La Mujer de antaño sabía que los descensos a las profundidades formaban parte de la Vida. De la misma manera que al día lo precede la noche y  al verano el invierno.

La Mujer de hoy en cuanto siente esa especie de agitación interior que conforma el preludio a una bajada inminente, se va corriendo al médico. Espera que éste le diga qué le pasa, qué nombre tiene y sobretodo, muy sobretodo, qué cura tiene. En su ingenuidad, fruto de la domesticación, obvia que éste es el propio depredador que la sociedad ha puesto en nuestras vidas.

Le pedimos al doctor una solución cuando en realidad lo que nos pasa es que somos cíclicas y ello implica que cada cierto tiempo nos toca bajar a las profundidades y rescatar toda la Sabiduría que hay allí.

La_semilla_de_la_vida_by_olayo9

Le pedimos una solución a sabiendas de que ésta va a ser una trampa en forma de medicación. Una droga, a veces necesaria, pero que por lo general no va a hacer otra cosa que desviarnos de nuestro Poder Interior.

A esto yo le llamo «dopar la Fiera».

Entonces sucede la Gran Paradoja de la Vida.  Nuestra Mente se tranquiliza sabiendo que ya controla todo lo que pasa en nuestro interior. «Uf! Menos mal…!».  Ella está feliz con la etiqueta de «lo que le pasa». Y nosotros nos autoconvencemos de ello contándoselo a todo el mundo.

Y en cambio, dentro de nuestro interior sentimos un Estruendo Terrorífico de Increíble Magnitud.

Son ellas y vienen a por tí. Son las Sabias que conforman La Tribu del Mundo de Abajo. Te están alertando para que sigas las pistas que ellas te han ido dejando y habites, de una vez por todas, el Mundo de la Mujer Raíz.

–       “ ¡Noooooo, nooooo! No caigas en la trampa otra vez. Hace mucho que te estamos esperando aquí abajo. Queremos contarte mil y un secretos a la luz del Fuego Transmutador. Tenemos un aprendizaje para ti que te será muy valioso en el Mundo de Arriba.

Y es que es justo en ese Alimento propio del Mundo Subterráneo donde la Mujer encuentra su mejor Medicina.

Esa  Medicina que te sana a ti, sana a las que ya estuvieron y también a las que llegarán.

Desde las raíces,

Myriam