No se si os lo he contado alguna vez…

 Cuando vivía en Tailandia, me fuí a un Monasterio Budista a hacer un Retiro Vipassana durante 21 días. Una noche, en medio del intenso proceso, salí de mi habitación a llevarle una vela a un Gran Buda que había en el Inmenso recinto.

He encontrado una foto que hice del lugar y que ahora la comparto contigo:

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Una vez allí, me senté en el borde de una jardinera, bajo la noche estrellada y empecé a pensar:

«Cómo me gustaría beberme ahora un vaso de leche»

Ahora que lo pienso, seguro que la leche era por lo Materno. Mi anhelo de recibir ese alimento en medio de mi proceso, sola, en la otra mitad del Mundo.

 Las posibilidades físicas de llegar a ello, eran relativamente pocas.

El mercado hacía horas que había cerrado y en el Monasterio no tenía acceso directo a las cocinas, ni semejante. Además, allí practicábamos el ayuno desde la última comida del medio día hasta el desayuno de primera hora de la mañana, a las 6am (después de despertarnos a las 4am).

Me quedé unos minutos sintiendo lo rica que estaría la leche, calentita, entre mis manos. Imaginándola.

Entonces, de repente, aparece un Niño budista, con su túnica naranja y su pelo cortado.
Llevaba dos vasos de leche en sus manos!

Me quedé tan sólo observando. Al cabo de nada, aparece el que parecía ser su Maestro. Y le dice al Niño que me de un vaso de leche a mí y que el otro se lo beba él!
 
Yo no se cómo lo entendí, porque hablaban Thailandés, y yo en Thai solo sabía decir «gracias» y poco más. «Gracias» es una de esas palabras que siempre tienes que aprender a decir en el idioma del lugar allá donde vayas.
 
Le sonreí a los dos y le hice un gesto de reverencia con las manos en signo de agradecimiento. En esos momentos, estaba tan asombrada que no pude ni articular palabra. Luego se fueron juntos.

Yo me quedé en silencio, sentada frente a ese Gran Buda, con un vaso de leche caliente entre mis manos, sonriendo hacia dentro y repitiéndome:

«Myriam, el Universo SIEMPRE escucha. Siempre»

No se por qué hoy ha venido esta anécdota a mi cabeza… Será para que me reafirme en el poder de la Intención y sobretodo en el de la Gratitud. Suelo enraizarme en él profundamente aunque, a veces como humana que soy, se me olvida. Me gusta decirlo para que no me idealices.

Me emociona la Grandeza de la Vida, que paradójicamente
suelo encontrar en las cosas pequeñas.

Hay algo Inmenso que nos conecta a todos y a todas,
por más que aveces no nos demos ni cuenta.

Siento Gratitud por estar Viva, por tener un Cuerpo que me acompaña y me da valiosa información, por ser aprendiz de la Naturaleza, por vivir en este Planeta, por estar siempre rodeada de Seres que me enriquecen ya sea Mujeres, Hombres, Niños, Ancianos, Animales, Plantas, Árboles,…y todo tipo de Seres que se mueven en el mundo de lo Invisible.

Siento Gratitud por tí, que dedicas una parte de tu valioso tiempo a leerme, a escribirme,…a compartir juntas.

Gracias Vida por ofrecerme tanto!

firma_myriam

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Gracias por compartir esta bella historia.
    El Universo siempre escucha, pero lo hace por nuestros oídos. A veces nos quejamos de que el Universo no nos hace caso cuando somos nosotros quienes no nos hacemos caso a nosotros mismos.

    En el Vipassana tú estabas con una oreja dentro y otra fuera ¿Quién escuchó a quién?

    Un abrazo

    1. Myriam

      Pues si Francisco Javier!.Totalmente de acuerdo!. He mirado tu web 😉 Qué regalo todo lo que estás ofreciendo al Mundo en relación a la Masculinidad!. Y qué necesario!. Me gusta tu manera de escribir, tan directa y creativa, además de repleta de humor. Lo celebro mucho!.Mis mejores deseos!

      Otro abrazo para tí,

      Myriam

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