«En los umbrales de los tiempos, sólo existía el día y era cuando las hijas de Lilith eran iguales a los hijos de Adán.

No existía la noche ni su oscuridad. El tiempo nunca se apagaba y el placer de vivir jamás dormía.

Un día, los hijos de Adán quisieron ir lejos, a buscar lo desconocido. Caminaron durante días. Agotados, cerraron sus ojos y conocieron la noche, con sus pesadillas. Desde entonces, los hijos de Adán no tienen luz necesaria en sus ojos para ver nítidamente a las hijas de Lilith.

Si el cansancio no fuera mayor que la ilusión por la vida, tal vez las noches dejarían de llorar estrellas para iluminar la ceguera y, tal vez, los hijos de Adán sabrían descubrir nuevamente el placer de la vida, acompañados con las hijas de Lilith.»

 Hammu Mohamed, antropólogo bereber cuentacuentos.

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